Algunas consecuencias de la fusión de los glaciares.

28.02.2012 20:26

Algunas consecuencias de la fusión de los glaciares

El Servicio Mundial de Seguimiento de la Glaciares, WGMS, realiza informes periódicos de la situación de los glaciares en el mundo y en 2006 realizaba el seguimiento de más de 80 glaciares. Con los datos disponibles desde 1980 sobre 30 glaciares en 9 regiones del mundo, afirmaba en 2006 que la masa media de los glaciares continuaba decreciendo con una reducción del grosor de 1.4 metros de agua equivalente en el año hidrológico de 2006. La tendencia de perdida de hielo se está acelerando desde los pasados 25 años, siendo la perdida desde 1980 de 10.5 metros de agua equivalente, según:  https://www.geo.unizh.ch/wgms/index.html.

Siguiendo a José Larios (2008), “la fusión de los glaciares de alta montaña, tiene un papel secundario en la elevación del nivel del mar, por su pequeña masa en relación a Groenlandia y la Antártida, y porque gran parte del agua proveniente del deshielo es usada para la agricultura y el abastecimiento de agua potable, y otra parte se infiltra en los acuíferos. Así la contribución del estos glaciares a la subida del nivel de mar en el caso de su desaparición total se ha calculado en 25 mm.

Sin embargo, su papel en muy importarte como alimentadores de múltiples ríos, de los que dependen ecosistemas tan importantes como la Amazonía, los cultivos y el abastecimiento de agua de, al menos, el 40% de la población mundial, solo en Asia.

A escala local, la perdida de los glaciares lleva acompañada perdidas por ingresos de turismo de ski. La fusión de los glaciares está originando también fenómenos de mayor importancia, como son los aludes y la creación de lagos, que, en algunos casos, han provocado inundaciones y desplazamientos de tierras que han sepultado pueblos enteros en el Nepal.

Como consecuencia de la fusión de los glaciares, se están formando miles de lagos, que ya han provocado desbordamientos de glaciares repentinos, GLOFs, siglas en inglés.

Cerca de 15.000 glaciares y 9.000 lagos glaciares se encuentran en el Himalaya, formando parte de cinco países, Bhután, Nepal, India, China y Paquistán, y alimentan nueve ríos”.

Al Gore, sostiene que “los glaciares del Himalaya, en la meseta tibetana, han sido de los más afectados por el calentamiento global. El Himalaya contiene cinco veces más hielo mundial, que los Alpes y proporciona más de la mitad del agua potable para el 40 % de la población, por medio de siete sistemas fluviales, todos los cuales tienen su origen en la misma meseta.

Es posible que en el próximo medio siglo, el 40 % de las personas que habitan el planeta sufran una grave escasez agua, a menos que el mundo actúe con decisión y rápidamente para mitigar el problema del calentamiento global”.

José Larios (2008) afirma que estos glaciares se están retrayendo, a una media de 10 a 60 metros anuales, con algún caso de disminución de 74 metros en un año. En China se han retraído el 5,5% en los últimos 30 años. Con las previsiones actuales, dos tercios de los glaciares chinos habrán desaparecido para el 2050 y la totalidad lo habrá hecho para el año 2100.

En el Himalaya indio, también se observan importantes retrocesos. Los glaciares Bada Shigri y Chhota Shigri, en la cuenca del río Chenab, han retrocedido entre 6.8 m a 29.8 metros cada año.

En Bhután, el glaciar Luggye ha retrocedido 160 m anuales, desde 1988 a 1993, provocando el rápido crecimiento del lago Luggye Tso. El Glaciar Raphstreng retrocedió 35 metros anuales, entre 1984 y 1988, pero, entre 1988 y 1993, retrocedió, casi doblando la velocidad, 60 metros al año.

El mismo autor asegura que parecida situación ocurre en Nepal, en la subcuenca de Dudh Koshi, la más grande y con más glaciares de Nepal, todos los glaciares estudiados han retrocedido entre 10 y 59 metros anuales, haciendo crecer los lagos glaciares rápidamente, con incrementos del 800%, desde los años 70, en algún caso.

Nepal y Bhután tienen 20 y 24 lagos con peligro de reventón, respectivamente. Entre ellos, el lago Imja Tso, en la cuenca de Dudh Cosí, a la que pertenece el Everest, formado en 1953, alcanzaba en 1963 una extensión de 30 hectáreas (una ha es más o menos el terreno ocupado por un campo de fútbol, 10.000m2). En el año 1999 ya ocupaba 750 ha, creciendo a un ritmo de 20 ha anuales, lo convierte en uno de los más peligrosos.

Ang Tshering, Sherpa fundador de la Asian Trekking Ld., la mayor empresa de turismo en el Himalaya, y Presidente de la Asociación de Montañeros de Nepal, escribía públicamente una carta, advirtiendo de los riesgos del calentamiento global en la zona y la amenaza de Imja Tso.

En la misma cuenca, el 4 de agosto de 1985, se produjo el Dig Tsho GLOF, desbastando negocios y comunidades que aún no se han recuperado. Destruyó una central hidroeléctrica, con un valor de 1.3 millones de dólares, cultivos, viviendas y pérdida de muchas vidas humanas.

Los reventones de los glaciares destruyen ciudades, campos de cultivo, carreteras, puentes, centrales hidroeléctricas, pistas de treking y vidas humanas. El reventón del Zhangzhangbo GLOF, del Tibet, en 1981, causó daños en las infraestructuras, por valor de 3 millones de dólares. Algo similar ocurrió en 1994, en Bhután, con el reventón de Luggye Tso, dañando áreas sagradas, tierras de cultivo y causando pérdidas de vidas humanas.

Similares fenómenos se han registrado, en el 1998, en Kyrgyztan y Uzbekistán, causando 100 muertes y en 2002, en el Pamir, ocasionando 26 muertes.

Los meteorólogos chinos de la región suroeste de la Autonomía del Tibet de China, han expresado su preocupación por la amenaza del calentamiento global en la ecología de la región, según publicó la prensa estatal, Xinhua. “El calentamiento del clima ha causado más desastres meteorológicos que nunca en el Tibet. Problemas como la disminución de nieve, retroceso de los glaciares, la sequía de las praderas y la extensión de los desiertos están incrementando la amenaza a los ecosistemas naturales de la región” dijo Song Shanyun, el director de la Tibet Regional Meteorological Bureau.

Song citó los dos mayores desastres en 2000, que causaron perdidas por valor de 1.400 millones de yuan (140 millones de euros aprox.). En abril del 2000, se produjo el deshielo de casquetes de hielo, que los expertos describieron como “raros y de extremada gran escala”, y el corrimiento de tierras en la prefectura de Nyingchi en el sudeste del Tibet. Más de 300 millones de metros cúbicos de escombros, apilados en 100 metros de alto, taponaron un río y cercaron a más de 4.000 personas.

El otro desastre ocurrió en Xigaze ciudad en el sur del Tíbet, cuando una inundación de tal envergadura que solo ocurre una vez en cien años, afectó a más de 60.000 personas e inundó miles de hectáreas de cultivo”, según, y tal y como cita José Larios: https://english.sina.com/china/1/2007/.

Otro tanto ocurrirá en las cuencas de los ríos alimentados por los glaciares de los Andes a un ritmo más rápido, tanto por la altitud menor de esta cordillera como por la latitud de la mayoría de estos glaciares.

El permafrost es el suelo existente en el entorno del Ártico y bajo el océano, y que permanece helado, ocupa una extensión de casi 23 millones de kilómetros cuadrados, el 24% de la superficie del Hemisferio Norte más la plataforma continental submarina circumpolar, que permanece helada desde la última glaciación, en la que el nivel del mar era unos 100 metros más bajo que en la actualidad; en este sentido atendemos las indicaciones de José Larios (2008):

El permafrost acumula 4,5 millones de metros cúbicos de hielo que, al fundirse, elevarían el nivel del mar unos 7 cm. Parte de este suelo se está descongelando en la tundra siberiana, en Canadá y en Alaska. Todo el permafrost está acusando de forma más o menos intensa la elevación de la temperatura como consecuencia del calentamiento global.

El permafrost es continuo en unas zonas y discontinuo en otras, y también varía su profundidad existiendo zonas en que se mantiene a -10º C con una profundidad que oscila entre los 500 y 1.400 metros, y otra menos profunda, de entre unos pocos metros hasta 150 metros y con una temperatura mucho más cercana a la de fusión del hielo, entre 1º C y 2º C bajo cero en el subártico.

En Canadá se han registrado elevaciones de entre 0.3º C y 1º C por década comenzando a deshelarse. Las consecuencias de este fenómeno son variadas, desde el hundimiento de casas e infraestructuras, carreteras y oleoductos, al deslizamiento de suelos en las pendientes. El hundimiento de carreteras es uno de los efectos observados, así en Alaska las carreteras construidas sobre el permafrost eran transitables 200 días al año en 1970, y para el 2002 habían quedado reducidos a 100 los días que se podían utilizar.

Pero el riesgo más importante es la retroalimentación que este proceso puede ocasionar en la acumulación de carbono en la atmósfera.

Estos suelos son ricos en materia orgánica, como la turba, que en presencia del aire se descompone emitiendo CO2, y si esta descomposición es en condiciones de ausencia de oxígeno, el gas producido es el metano, 23 veces más activo que el CO2 como gas de invernadero pero que permanece menos tiempo en la atmósfera.

Las cantidades de carbono almacenadas en estos suelos es enorme, se calcula entre 750 y 950 GtC en las capas superiores, hasta los 25 metros de profundidad.

Este fenómeno está comenzando aparecer, y si se extiende, la capacidad de control de la concentración de los gases de efecto invernadero en la atmósfera para evitar un futuro catastrófico será inútil, según Informe ACIA (Arctic Climate Impact Assessment) y The Global Outlook for Ice and Snow.

José Amestoy Alonso